Haber empatado con Colón en Santa Fe, de la forma que se empató, sabe fuerte a victoria. El recambio para el encuentro fue mínimo si se tiene en cuenta la seguidilla de partidos de la que se venía, y que para colmo todavía no terminó. El equipo sintió la presión del Sabalero aún más que la que había padecido en Caracas, y extrañó al Burrito Martínez y a Tito Canteros (¡qué lindo haber dejado de nombrar al 5 de Boca!). También hubo buenas entre los ingresos, como la actuación de Bella y un Augusto fresco, que no desentonaron más allá de que añorar a Ricky Alvarez resulte inevitable y que en el segundo tiempo el aluvión santafesino le sacara jugo al costado que el ex River comparte con Cubero.
El desarrollo fue realmente chivo, las piernas empezaron a pesar con el correr de los minutos, y haber perdido en este contexto hasta habría sido aceptable con el diario del lunes. Pero hubo un factor que tiró al grupo hacia adelante buscando sin fútbol pero con pasión: el corazón. Y con él, el ambicioso Fortín logró llevarse ese punto que bien podría significar mucho si el equipo llegara a instancias finales. Para aspirar a grandes objetivos, se necesitan dos cosas fundamentales: fútbol y actitud. Vélez tiene de las dos, y mucho, para que cuando falle el juego, el físico o no sobren las ideas, aparezca el corazón, ese músculo que se ríe del cansancio.
Por Marisa Pontieri (TyC Sports).
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