lunes, 3 de diciembre de 2012

Se supera a sí mismo

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Vélez es campeón argentino por novena vez. Cada uno de esos campeonatos marcó un paso adelante de la institución. El conseguido en el cierre de este 2012 no es una excepción. 

El mercado de pases de invierno marcó una gran cantidad de partidas del conjunto de Gareca y la mayoría fueron jugadores de jerarquía y fundamentales en torneos pasados. Vale recordar quienes dejaron el club en la previa a este Torneo Inicial y en qué situación: Augusto Fernandez y el Burro Martinez. Sin dudas, los dos mejores jugadores del Fortín el semestre pasado y de los mejores del fútbol argentino. Los dos habían tenido ofertas en el verano y aceptaron quedarse a pelear la Libertadores y sabiendo que ya se habían sufrido muchas bajas. Además fueron dos ventas necesarias para la economía del club. Otra situación fue la de Ortiz y Zapata, la dirigencia quiso apostar a juveniles, bajar costos de contrato y no se les renovó. Ambos eran titulares y referentes, el Chapa incluso era sub-capitán. Marcelo Barovero, posiblemente el mejor arquero del campeonato pasado, ganado por Arsenal. Vattimos, su representante y dueño de la mitad del pase, negoció con River mientras demoraba las conversaciones con los dirigentes fortineros e hizo que el arquero se fuera casi que por “puerta de atrás”. Se sumaron las partidas de David Ramirez, Óbolo y el Rayo Ramirez, quienes no habían rendido de la manera esperada. Mauro fue el 9 titular todo el semestre pero no convencía, el Mago alternaba en el banco de suplentes y participó poco, por lesión. El uruguayo solía ser la primera variante ofensiva, pero tampoco marcaba una diferencia importante.

Las llegadas fueron a cuenta gotas. El colombiano Copete, para muchos un desconocido a pesar de ser campeón en Colombia. Sebastián Sosa, causó una doble impresión: un gusto birlarle un jugador al equipo de Falcioni, pero con la sensación que era un gasto innecesario ya que estaba Montoya. Y finalmente, con un par de fechas jugadas, llegó Chucky Ferreyra. Recientemente descendido con Banfield pero con una aprobación general.

Si bien el hincha siempre se ilusiona, pensando fríamente, se aspiraba a estar entre los primeros cinco más por defectos ajenos que virtudes propias. El objetivo era clasificar a la Copa Libertadores 2013. Lo que pocos esperaban era que las grandes incorporaciones que llegaran del equipo del Coio Almandoz. Fernando Tobio, con varios partidos en primera pero poca continuidad, es el único que cumplió los 90 minutos en las 18 fechas disputadas. No sólo por su asistencia perfecta sino también por su gran nivel sorprendió a muchos siendo un pilar de la defensa. El puesto de volante por derecha fue, tal vez, el punto más flojo del equipo. Allione, Peruzzi y Bella se repartieron el puesto, siendo Iván quien finalizara como titular. Sin embargo, cuando el zurdo no rendía el juvenil Allione entraba para desequilibrar y marcar la diferencia (caso All Boys), o entraba Gino para reforzar la marca y ayudar a la defensa. Cabral se adueñó del sector izquierdo de la mitad de la cancha. Su sociedad con Insúa y Papa marcaba los ritmos de Vélez, cuando ellos rendían bien, el equipo funcionaba de manera perfecta. Sills volvió de Instituto convertido en un central de primer nivel. No solo eso, cuando debió jugar de volante central lo hizo en muy buen nivel. Y cuando fue expulsado y parecían acabarse los número 5, apareció Lucas Romero que a sus 18 años terminó siendo pedido como titular por gran parte de la hinchada.

En todo este recambio también fueron fundamentales los que siguieron. Dominguez y Cubero demuestran la personalidad que debe tener cada jugador a la hora de entrar a la cancha. Insúa y Pratto completaron la adaptación al club, al equipo y al fútbol argentino y junto a Ferreyra crearon un tridente ofensivo de primer nivel, incluso sin estar el Pocho al 100% físicamente.

Por su puesto, todo este andar se logra cuando quien conduce una sofisticada máquina lo hace de manera sencilla. El Tigre Gareca no se volvió loco cuando veía a sus figuras armar las valijas. Tampoco cuando Calello y compañía le negaban alguna incorporación. Porque la coherencia del Fortín no está solo en tratar de gastar menos de lo que se gana, sino también en el estilo de juego de las inferiores y la primera. Tanto Marcelo Romano, coordinador, como Almandoz (DT de la reserva) y quienes los siguen son tan partícipes de este título como todos los mencionados anteriormente. Por supuesto, a la par del presidente Calello y del manager Bassedas.

Todos estos méritos se ven también plasmados en la cancha. No se recuerda un partido en el que Vélez haya sido exageradamente superado por su rival. Apenas algunos pasajes de determinados partidos. Cuando se escuchan los motivos de este campeonato en la voz de los protagonistas, surge constantemente “el grupo”. Pocas veces es tan cierta la frase de cassette “la figura es el equipo”. Puede sobresalir Ferreyra por sus goles, pero las asistencias y compañía de Pratto en la ofensiva fueron tan importantes como cada tanto marcado por el Chucky. Es tentador rescatar a Sebastián Dominguez, por el cariño que generó en el hincha, por la personalidad y la solidez que muestra, pero a su par Fernando Tobio rindió en gran nivel todo el torneo como si tuviese la edad de Seba. Cubero, con la cinta de capitán, el récord de partidos jugados con la V pintada en el pecho más la garra y la pelea de siempre, la misma que muestra Pancho Cerro, a veces siendo el único de marca en el medio. Los arqueros, Montoya en la primera mitad y Sosa en la segunda. Sin recelos, tirando siempre para el mismo lado y salvando pelotas en momentos claves de partidos. Los zurdos, Papa con su ida y vuelta constante e inagotable, la calidad y distinción de Insúa y Cabral con la cuota de sacrificio necesaria. Imposible e injusto elegir a uno solo.

Vélez campeón, tercer título en cuatro años de gestión Gareca. En seis de los ocho torneos que disputó el Fortín se subió al podio. Está cómodo en la cima de la tabla de los promedios, 25 puntos por encima del segundo. A Vélez no lo persigue la AFIP. No lo agobia el promedio. No hace malabares para pagar los sueldos ni dibuja balances. La familia va a la cancha con tranquilidad, ilusión y pasión. Cuerpo técnico, jugadores, dirigentes, dan todos un mismo discurso. No por conveniencia, sino por convicción. No son casualidades, son los valores que el club tiene desde sus socios fundadores y los que se potenciaron con Don Pepe Amalfitani. Cuando se siguieron otros caminos, no pasaron los grandes momentos que se viven hoy. Vélez, junto a otras pocas instituciones del fútbol local, muestra cuál es el camino a seguir para lograr resultados. Resultados políticos, sociales y deportivos. Vélez se superó una vez más, a sí mismo.

Por Alejandro Germino (@alegermino en twitter).

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