Tres años de un campeonato memorable

La estrella que se agregó a nuestro pecho el 5 de julio de 2009, es una de las más disfrutadas y recordadas. Fue el inicio de la era Gareca en el club, mirado de reojo por muchos en ese entonces. No podía ser peor que la etapa de Tocalli, que finalizaba con un 0-3 con baile ante el Huracán que Cappa estaba formando.

La primera mitad del campeonato transcurrió sin grandes hitos. Empates que daban un gusto agridulce y victorias que no decían mucho (si es que las hay). Se mantenía el invicto y se peleaba arriba, pero no se generaba una ilusión importante. Hasta el viaje a Santa Fe, por la fecha 11. Caída por 2-0 en el primer tiempo y la sensación de que no se pelearía por nada. Y nació el campeón, en ése vestuario, en ése entre tiempo. El Fortín apabulló a Colón y borró el mote de Cementerio de elefantes. Goleó por 4 a 2 y se puso en boca de todos.

La única caída fue ante Gimnasia en el bosque en la 14ª. Muchos dijeron “perdieron el primero, no ganan más”. Nuevo error, tres victorias consecutivas y a definir mano a mano contra Lanús y el Huracán del “tiki tiki” que todos alababan. En la 18ª fuimos al sur, y la cosa empezó mal. Gol de Sand y una, cuanto menos dudosa, roja para Cubero al inicio del segundo tiempo. Era la despedida de la ilusión. Con uno menos, de visitante, ante un Granate bien armado. Pero a Vélez nunca lo den por muerto. Con diez fue muy superior al rival y empató el goleador Rodrigo López. A definir el campeonato en una final. En casa. Estando un punto debajo de Huracán. El empate no servía.

Como si fuese poco, se posterga la fecha. Epidemia de Gripe A. Empiezan a circular versiones, que se juega a puertas cerradas, el estadio a mitad de su capacidad. Todas locuras. El 5 de julio de 2009 el Amalfitani es una fiesta. Si resultaba extraño el calor que hacía, más fue cuando Brazenas debe frenar el partido por granizo. Parece que ya nada más raro va a pasar. Pero no es así. Monzón le ataja el penal al Roro López y parece que se escapan las chances. El gol anulado a Huracán casi no genera protestas en el momento. Pasa el segundo tiempo, el tiempo se acaba. Un planchazo de Arano a Cubero en el área rival, que se vio desde Parque Patricios es ignorado. Hasta que llega el maravilloso minuto 38. La pelota que vuela, Monzón que actúa y Moralez, el pequeño gigante emblema de este equipo, pone el 1 a 0. La cancha se viene abajo, festejos enloquecidos por todos lados. A tal punto que la expulsión de Maxi pasó casi inadvertida para muchos. Quedan cinco minutos para sufrir. Huracán casi no había generado riesgo en todo el partido. El tiki tiki no apareció. Pico de tensión con un centro frontal que Montoya retiene en dos o tres intentos con Eduardo Dominguez encima. Llegó el final y el festejo.

El Vélez campeón del 2009 era sólido y eficaz. Pero revolucionó los términos que generalmente se le dan a un equipo defensivo. Porque salió a ganar en todos lados. Maxi Moralez fue la imagen del fútbol. Martinez y Cristaldo fueron fundamentales siendo suplentes. Apareció la figura de Nicolás Otamendi. Dominguez se hizo voz de mando en el fondo. Zapata dio vuelta la página e hizo cambiar de opinión a muchos que lo criticaban. Gareca dejó su sello. Con su mesura para declarar, su mentalidad ofensiva a la hora de jugar, arriesgar en cada cambio. El circo que se creó después en torno a este partido no logrará manchar lo grandioso que fue ese torneo. El inicio de un gran ciclo.

Por Alejandro Germino (@alegermino en twitter).