domingo, 9 de mayo de 2010

El curioso caso de Rodrigo López

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Ni uno, ni dos, ni tres… ¡CUATRO!

Rodrigo López llegó en 2008 y fue el goleador del campeón 2009. Sus números y los laureles conseguidos se encargaron de elevarlo al grado de figura. Pero después vinieron tiempos de muchas expectativas y sequía y la cosa se le puso difícil, al punto de que esa gesta se convirtiera casi el único motivo aludido a la hora de reivindicarlo. Su creciente grupo de detractores se encargó entonces de recordar que buena parte de sus goles fueron de penal y que, encima, el uruguayo se dio el lujo de desperdiciar uno vital en la final contra Huracán. Nacía la controversia. Lo que nadie imaginaba era que esa discusión podría llegar a marcar una época.

Después del título, la efectividad en la red de López fue en declive. Pasó a liderar cómodamente este año el ranking de los pedidos populares de relevo al técnico. Pero Gareca, tal como lo hizo con Larrivey y más tarde con Montoya, Somoza o Domínguez, lo bancó siempre. Para colmo, los murmullos que desataban sus actuaciones lo llevaron a dedicarle más de un gol a la gente como desahogo, lo cual desató más críticas y apenas alguna que otra voz poniéndose en sus botines.

En este semestre nos acostumbró a verlo lento, displicente y totalmente ineficaz a la hora de definir. Exasperante. Prácticamente todos pedimos que lo reemplazara Martínez en la formación titular y lamentamos hasta el hartazgo la lesión de Cristaldo. Pero él siempre se mantuvo entre los once hasta llegar al clímax del semestre: los cruces con Chivas. Del desastre de México no se salvó nadie, pero lo más curioso fue lo que generó en la revancha en Liniers. La mitad de la gente lo vio figura, y la otra mitad lo defenestró. Nunca nada más opuesto.

Tal vez lo que le juegue en contra a López sea su mote de delantero neto. Así, todos esperamos que la meta y, si no lo hace, vemos un fracaso en su función. Pero en la vuelta contra Chivas el Rorro fue valioso por mostrar una parte positiva de su particular modo de juego: su manera de llevarse marcas, bajar pelotas y asistir. ¿Es un buen goleador López? Quizás no. ¿Puede llegar a ser útil? Claro. ¿Sirve para el esquema que utiliza el Fortín? …

Al fin parecía que lo habíamos catalogado pero, para agregar más confusión a esta nota, llegaron los cuatro goles contra Chacarita. Cuatro goles que no fueron obra del Burrito, ni del engripado Silva, el salvador Zárate o el elogiado Cristaldo. Los cuatro los hizo López. Sí, ya sé, la defensa funebrera dejó mucho que desear, pero más de una vez aseguramos que López no le embocaba al arco de cabeza ni solo en medio de la nada. Y él, sin piedad, nos tapó la boca a todos.

Por eso, el curioso caso de Rodrigo López queda sin una conclusión definitiva. En breve, cuando se inicie la discusión sobre permanencias y deserciones en el equipo, veremos si se alegrarán los que lo bancan o los que no lo soportan. Lo que, sospecho, ni el tiempo logrará dilucidar, es si en realidad se trataba de un goleador, un buen cabeceador, un asistidor, un estratega sin pelota o, como alguna vez alguien comentó en este blog, un afortunado jugador del ascenso.


Por Marisa Pontieri(TyC Sports)

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