El cabezazo certero de Ferreyra a media altura, a comienzo del segundo tiempo, llenó su boca de gol y explotó a la gente en ese festejo contenido de los primeros 45 minutos.
Vélez a través de su goleador,
el jugador más importante de todo el campeonato, empezaba a hacer realidad el sueño que vivió en la semana. Largas filas sacando la entrada, charlas en los colegios, en los bares, en la sede del club, en el polideportivo, en cualquier partidito de barrio. El tema era Vélez y la posibilidad de la vuelta el 2 de diciembre. Porque el hincha es así, no quería que sea en la última fecha, si era en el Amalfitani, mejor. Y empezaban a venir al estadio con los amigos de siempre, con los hijos, con esa camiseta que le regalaron por primera vez, o con ese gorrito que alguna vez le regaló algún familiar.
El sol estuvo de mas, porque el calor ya lo había puesto la gente, que empezaba a llenar cada sector del estadio, para darle un colorido, que Vélez puede hacerlo siempre. Y ahí estaban sentados los más chicos y también ese que no estuvo presente, que pero que uno lo recuerda siempre. El que va siempre, el que va a veces, el que insulta, el que grita, el que aplaude, el que solo mira. Porque
el hincha, el de Vélez, el que se acostumbro a pelear todo, se hizo exigente. El mismo que le decían que tuvo unas primaveritas en los 90, pero que en los últimos 4 años, metió 3 títulos. Y con los títulos, llegaron los hinchas en masa, y la historia empezó a cambiar.
Porque a pesar que hablen de los grandes, la grandeza se construye día a día, campeonato por campeonato. Mientras algunos ven fotos color sepia y en blanco y negro, o lugares que ya no existen, Vélez esta en HD. Y decimos HD,
porque lo de Vélez, ya es de ALTA DEFINICION.
Como fue de alta definición, el segundo gol de CHUKY, parándola con la derecha, y clavándola con izquierda, al mismo lugar del primer gol.
Mientras veíamos el partido, teníamos los oídos en Núñez, esperando ese gol que llegó, para empezar a escuchar el dale campeón, dale campeón. El arbitro Vigliano pitó el final, y los jugadores empezaron a abrazarse unos a otros, los que jugaron y los que no.
Estaban los más experimentados, con los más jóvenes. Catorce de ellos que salieron de las divisiones inferiores, otro orgullo de nuestro Vélez. Y ahí estaban todos, ovacionando
al hombre que se llevó todos los elogios: Ricardo Gareca, el capitán del barco, el hombre que enderezó el rumbo a mitad del campeonato, y lo puso nuevamente en el sitio de los elegidos. El tigre no se va, el tigre no se va, era el canto de los hinchas, que le brindaban a ese flaco, alto y rubio, que los hinchas confían en él, para que se quede, y les pueda dar el título internacional. Las luces artificiales empezaban a encenderse en el estadio, pero nadie quería moverse de ahí. Los jugadores, ensayaban una vuelta olímpica y de a poco, seguían la fiesta en el vestuario, ese lugar intimo, destinado a unos pocos elegidos. Y salieron en micro descapotable por la calles del barrio, mientras un puñado de hinchas, gritaban y cantaban frente a la sede, o en la confitería FortinSeré del polideportivo o como muchos que fueron al obelisco, para hacer un festejo mas popular. Vélez llegó al noveno titulo nacional, de los cuales Fabián Cubero, metió otro record, al ser el único jugador de Vélez, en participar en 5 de ellos.
Y tuvo a un seguro Sosa, bien orientado por Sebastián Domínguez, que salio campeón 3 veces con 3 compañeros distintos en la zaga central. Con dos marcadores de punta que uno ya conoce de memoria y con un mediocampo dinámico, que muchas veces, fue llamado de urgencia, para que dos chicos de 18 años (Romero y Allione) oxigenen a Bella, Cabral, Cerro e Insua.
Pratto y Ferreyra te rompen el arco, y en el banco, tiene respaldo, lo que tiene que tener siempre, un buen banco.
Este equipo, no fue brillante como otros, pero logro una mística, que esperanza e ilusiona para el próximo año. Porque uno hace un paralelismo, y ve en este plantel, algo lindo como se empezó a armar en el 93. Este equipo, que muchos creían de transición, no tiene techo.
Y cuando uno no tiene techo, empieza a ver cada vez más alto.
Y cuando empieza a ver alto, empieza a soñar, y cuando uno sueña, no se pone limites.
Vélez en poco tiempo volvió a marcar el camino en el fútbol argentino. Y se llevó un merecido titulo. Salud campeones, toda la gloria es de Vélez.
La novena sinfonía será de Beethoven, pero el noveno campeonato local es del fortín.
Por Osvaldo Rao.
