Adios a la racha: Independiente 0 - 1 Vélez

El panorama poco alentador en el Apertura era claro y los resultados adversos empezaban a apremiar. Entre San Lorenzo e Independiente, Gareca se convenció de su decisión, ésa que venía acostumbrándose a evitar frente a tantos momentos de ilusiones bien fundadas: apuntar los cañones de un semestre a un solo objetivo. Vélez entró en transición y a la determinación del cuerpo técnico le sobró sensatez ante la realidad innegable. Por eso, el partido en Avellaneda era visto en la previa con otros ojos. Los de la inquietud por la mala racha, pero también los de la indulgencia en el caso de no terminar de la mejor manera. Se ganó. Con la fortuna que faltó en tantas presentaciones recientes pero también con pasajes interesantes encarnados en nombres más y menos resonantes dentro del equipo. Y ganar, aunque sea para no quedar tan lejos, nunca está de más para levantar los ánimos de un grupo.

Quedó demostrado que la defensa de Vélez, la única línea que permanece intacta del semestre pasado, es la más proclive a sufrir los vaivenes del nivel del resto del equipo. Y contra el Rojo no sufrió como venía sufriendo, tuvo a un Sebastián Domínguez clave (también ayudando a Cubero) y apuntaló a un interesante Francisco Cerro. El Rayo Ramírez volvió a mostrar puntos altos aún más allá del gol, llegando a posiciones de peligro con asiduidad, mientras que Vuletich siguió sin convencer del todo. No obstante, resulta difícil criticarlo con dureza: sin dudas se trata del nuevo gusto exótico del técnico, que lo bancará mucho más que lo que tardaría cualquier hincha en cambiarlo por Rescaldani. De un lado hay un pibe, y del otro el gran Tigre. Ambos merecen respeto y paciencia.

Así, cuando empezó abiertamente a cuidar algunas de sus mejores cartas, Vélez consiguió una victoria. Pareciera que a veces hay que fingir que a uno no lo desvela algo para conseguirlo. Era muy importante dejar la racha atrás, y ahora ya es parte del pasado. Aunque fuera en un campeonato de chances agotadas. Igual no hay que olvidarlo: el equipo sufrió bajas demasiado sensibles, foguear nuevos nombres lleva tiempo y Rickys Alvarez no aparecen todos los años en las divisiones inferiores. Pero la cabeza está intacta, y con este plantel manejado con inteligencia es posible soñar. Y esa expectativa, ahora, está puesta en la Sudamericana.