Medallero fortinero: All Boys 0 - 2 Vélez

Enésima entrega de este podio que intenta resaltar lo más importante del juego. Se sabe siempre que en la victoria – y por sobre todo- en un triunfo en una recta final, se termina apreciando más las virtudes que los defectos. Sin embargo no vamos a caer en ese parámetro y trataré de ser lo más equitativo posible en todas las categorías (aunque sí, como vos, un día después sigo gritando los goles). 

El bueno: Lucas Pratto. Seguramente será inviable que me crean que antes de convertir –quizás- el gol más importante del año, ya lo estaba eligiendo como figura, por lo menos, de nuestro querido fortín. Pero así lo era. Porque el ex-atacante de la Universidad Católica fue, hasta el minuto 85, uno de los pocos que asomó la camiseta azul y blanca en la calurosa tarde del domingo. Y lo hizo de la única manera que lo sabe hacer: Raspándose contra todos los centrales, aguantando de espaldas, yendo hacia los costados y tratando de jugar al ras del piso cuando Insúa y Cabral se despertaban un poquito de la siesta. Todo esto con su físico “privilegiado”, ese que cada vez más aporta certeza a la teoría de que los gordos también la podemos mover. Por la valentía, por el no achicarse en una verdadera final y con la intención siempre de asociarse al juego, asomaba claramente en el podio de las figuras junto al uruguayo Sosa. Acerca del gol, prefiero no emitir comentario, simplemente ver de nuevo la repetición y decir gracias.

El malo: Iván Bella. Flojo, bastante flojo. Ya sé que estamos primeros, que nuestro equipo es el único (¿entra Newell´s en esa bolsa?) que intenta dejar de lado la mezquindad y la avaricia del mediocre fútbol argentino para siempre tener como premisa hacer circular la pelota y sé también que en esa cancha jugadores como Iván –rápidos, ágiles- se les complica bastante por la falta de espacios. Pero una cosa no quita la otra. Porque ayer no fue ni por asomo un partido discreto del zurdo devenido en ocho, perdiendo claramente el duelo de la banda con el uruguayo Juan Pablo Rodríguez e imposibilitado de poder desbordar al lateral, ex-Vélez, Carlos Soto, siendo está última una de las apuestas del Tigre para ganar el encuentro. El foco que hizo Gareca no era para nada descabellado, Soto (sí sabremos nosotros) es propenso a perder en el mano a mano y en descuidar las espaldas. Por eso mismo cuando entró Agus Allione, a los pocos minutos el plan se ejecutó a la perfección y vino la apertura del marcador. Esperemos que lo de Bella se haya tratado de sólo una mala tarde, en una pequeña cancha y en un pésimo estado de juego. O sino esperemos que Allione lo siga reemplazando de esa manera.

La Sorpresa: Sebastián Sosa. Jamás había puesto al “golero” uruguayo dentro de cualquiera de las categorías, ya sea destacándolo o tirándole pestes. Porque desde que agarró el arco en el partido con Tigre, la principal característica que mostró fue la de un arquero sobrio y seguro. De esos porteros que no van a ganarte un partido con una atajada espectacular o un achique en un último mano a mano pero que tampoco va hacerte perder un partido arriesgando de más y haciendo un cagadón de aquellos. De nuevo, sobrio y seguro. En este partido frente a All Boys, esas dos peculiaridades del nacido en Montevideo, la siguió conservando. Lo que sí le agregó fue parar ese cabezazo a quemarropa, entrando al área chica, del delantero Ángel Vildozo, que si finalmente era gol, como estaba el partido, hacía que directamente cambiemos el dial de la radio y empezáramos a rezar para que por una vez en la puta vida, los pincharratas nos ayuden. Gracias a Dios, Sebastián fue rápido de reflejos y sacó la pelota al córner. Nobleza Obliga para decirle a Estudiantes, bien arañando ese puntito.

El Rústico: Fabián Cubero. Y sí, no podía ser otro. Si no es él, esta categoría variaría partido a partido según qué jugador nuestro ponga la pierna un poco más fuerte de lo habitual. Pero Poroto tiene la ventaja – hace años – de poder cumplir con el requisito perfecto para adueñarse de este premio, salvo alguna extraña eventualidad (como cuando era ver a Walter Alcaraz con la “v” estampada en el pecho). Ojo, esto no quiere decir que esté completamente mal lo que hace Fabián. Un “ajusticiamiento”, un saber que en nuestra cancha no se falta el respeto o simplemente hacerle sentir la presencia al rival en el campo, a veces funciona. Sobre todo si, como Cubero, se hace de un nombre y un lugar en Primera División para pegar con cierta impunidad. Sin embargo no deja de quedar en evidencia lo burdo y tosco que puede quedar uno cuando trata de derribar a otro que le gana en habilidad. Por eso mismo, una buena guadaña –no vista por Pompei- a Rodríguez, le permitió a nuestro capitán quedarse con las dos característica: hacer sentir el rigor y la demostración de que no siempre se invoca a las armas lícitas. Igualmente, desde mi humilde opinión, usted Fabián se ha ganado el privilegio mío de jamás insultarlo (no sólo por levantarse a su esposa) sino por demostrar a toda costa que quiere ganar en cualquier cancha. Como ayer contra All Boys.

Por Jeremías Batagelj (@jbatagelj en twitter).