Vélez sin arcos: Vélez 0 - 0 Lanús

No, no me digan que al final ese gol nunca llegó. Que esa certeza de que sucedería tarde o temprano, que parecían compartir tanto los protagonistas como los hinchas en el Amalfitani, terminó aplastada por la misma realidad. Ahora, con el resultado puesto, esa esperanza mutó hacia las excusas y esa perseverancia que mostraron los jugadores huele a escasez de confianza.

 Una vez más, la fresca tarde de Liniers nos recordó que este equipo no es el mismo que el de hace un año. Pero eso no significa que le vaya a ir peor, porque el fútbol no sigue reglas matemáticas. El problema es lo que estamos haciendo con lo que tenemos, que no es nada despreciable. Así, la mayor población de volantes de contención en el medio apunta a bajar la carga de embates que venía recibiendo la defensa, que no pasaba por un buen momento, y los sobresaltos se redujeron, aunque también los pasajes brillantes de la ofensiva. Si a eso se le suma la larga espera por el mejor Burrito, la displicencia de Canteros, las limitaciones técnicas de Obolo, un Augusto siempre destacado pero no en la cima de su rendimiento y un Pocho Insúa que aporta mucho pero no lo suficiente, la cosa se empieza a complicar arriba.

 Aún así, contra Lanús, Vélez dominó. Pero le falta frescura, ideas, pausa y aceleración, y esa puntada final que nadie parece buscar con determinación. ¿Qué habrá que hacer para que el Fortín vuelva a patear al arco? Está claro que el aparente exceso de confianza en los pases esconde una terrible inseguridad para el remate a la red. Pero así, jugando al fulbito sin arcos, nunca se podrá hablar de eficacia ni aspirar a una victoria sólida. Por favor, dejemos de buscar penales, faltas, lujos, tacos, caños y paredes hasta perder la pelota. Mostremos que queremos ganar, y dejemos los adornos para los partidos liquidados y los planteles floridos.

 Lo cierto es que se perdieron, otra vez, dos puntos ante un equipo claramente inferior y en casa. No es definitorio, pero sí una lástima por el esfuerzo y los merecimientos desplegados, y por la oportunidad perdida en la tabla. Lo único que resta es rogar que esos vicios desaparezcan pronto o, al menos, que ni se les ocurra aflorar en la Copa Libertadores. Ahí sí que no te perdonan.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).