Qué noche, Fortín: Vélez 1 - 0 Santos

Y una noche, apareció por Liniers. Para despejar las dudas que se tejían en torno al equipo, tanto de nombres como de rendimiento. Señores, la mística copera está de vuelta. Esa cualidad colectiva que surge de un grupo y que supera las individualidades radica en este equipo, existe, es capaz de aparecer en gran dimensión, sólo hay que saber motivarla. Y contra Santos fue protagonista, junto al calor que bajó de las tribunas, en una velada que quedará en la memoria del corazón velezano.

El ánimo del hincha en los últimos días había oscilado entre el disconformismo por las últimas actuaciones del equipo y una euforia creciente hacia las horas previas del cruce por la Copa, como si algo hiciese presagiar que esta era la oportunidad de demostrar todo y que el plantel era consciente de ello. Así, cuando salieron los jugadores a la cancha el frente azul y blanco ya era uno solo, sin lamentos ni reproches, y en el campo de juego afloró naturalmente un planteo inteligente, una concentración extrema y una entrega sostenida en todas las líneas. Santos vio cómo venía la mano y no tardó en apostar por el empate o el mal menor, confiando ciegamente en lo que puede hacer en Brasil. Ellos sabrán. Pero, como dijo Bianchi en la ida de la final del 94, será 1-0, pero lo importante es que ganamos. Ahora, la presión estará del otro lado. 

Qué decir de los rendimientos puntuales. Todos aprobaron con creces, porque el protagonista fue el equipo y su hambre de gloria. Sorprendió Peruzzi, que no arrugó ni un poco ante los divos brasileños, y le dejó a Cubero la posibilidad de hacer un buen partido, sin siquiera irse amonestado, y de no pegar por necesidad sino por costumbre. Papa resultó clave con sus avances, Cerro la rompió en el medio y entre Augusto y el Burrito se encargaron de recordar que sin peinados elaborados ni estrategias de marketing también se puede ser talentoso. Por ellos, el Santos bebió de su propia medicina.

¿Nos lamentamos por no haber ganado por más? Seguro, pero pensemos en el lado bueno: este resultado no deja lugar alguno para el relax y este grupo crece en las paradas difíciles. Pocos se acordaron hoy de las sensibles bajas que había sufrido el equipo, y que de por sí solas habrían bastado para excusarse ante un mal resultado. Hay que seguir fortaleciendo el aspecto colectivo, ese plus que requiere la gloria continental. Ahora, los muchachos saben que son capaces de hacer historia. A cuidarlos el fin de semana y a ponerles el foco en la revancha. La mitad de la serie está ganada, y para definirla en un escenario adverso y con un rival que va a cambiar de cara y a salir con una actitud agresiva se debe mantener la fórmula: planificar, trabajar, creer y no regalar nada.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).