Sin el arco rival como destino

Tras la derrota del Sábado ante All Boys, les mostramos una síntesis del partido en versión poema de Pablo Crosetti, su buena redacción cuenta lo que fue esa noche, donde el fortín no fue el que estamos acostumbrados a ver.

La noche comenzaba de lujo con una goleada de la reserva en la previa en esta noche fría en la cancha más linda de la Argentina.

Estaba todo listo el arbitro dio la orden y arrancó el partido, Velez era una maquina de entrega y llegadas, los primeros diez minutos, luego el vaso se fue vaciando y las ilusiones aniquilando.

Hacia la los treinta minutos del primer tiempo, el partido caía en un pozo y por primera vez Barovero había logrado que nuestra vaya quedara aun en cero.

Es cierto también que Cambiasso a fuerza de atajadas, destinó que los gritos fortineros quedaran en el silencio de la canción de la nada.

Así se nos iba el primer tiempo, con ese sabor a poco, pero aún quedarían cuarenta y cinco minutos para hacer algún gol y poder así armar nuevamente el crucigrama roto.

Ni bien arrancaba la segunda mitad del encuentro, quedaríamos con uno más por la expulsión de Soto, teníamos mucho tiempo para ganarlo, la paciencia nos carcomía, para colmo se extrañaba esa pelada que nos clavo una puñalada por la espalda.

Hasta que en una jugada inexplicable y desafortunada por donde se la mire, la pelota roza en la pierna de Ortiz, y se adueña de nuestro cuerpo esa incredulidad maldita, perdíamos uno a cero y los merecimientos se iban una vez más por la banquina.

Gareca movió el banco, pero Velez estaba en una noche de esas para el olvido, es imposible hacer goles sin pegarle a la pelota con el arco rival como destino.

La conclusión no es alentadora y carezco de frialdad para poder hacerla, quiero creer que a pesar de todo, el fortín volverá a encontrar la senda.