Preguntas para el tiempo: Vélez 1 - 0 Estuadiantes

El andar de Vélez por este semestre insiste en no dar tregua con las disyuntivas. A cada alegría seguida se le suma así una gota más de indefinición sobre cuál es el objetivo del equipo, definitivamente no tan vasto en recursos como para intentar afrontar sin dar ventajas otra gesta de dos frentes.

Y, si bien el cuerpo técnico tampoco anda con ganas de arriesgar (la espera por el Burrito Martínez y la salida de Zapata en el entretiempo contra Estudiantes lo atestiguan), los éxitos se suceden. Algunos sufriendo, como el empate con Universidad Católica que le dio el pase al equipo a los cuartos de la Sudamericana, otros sin brillo, como este último 1-0 ante el Pincha. Pero elevan la solidez y la confianza del grupo. Por lo menos, contra los platenses se vio una defensa más sólida (salvo por algún exabrupto de Ortiz o Cubero, supo contrarrestar los embates, sobre todo aéreos, del rival de turno) y no se pasaron mayores sobresaltos.

Hoy, la columna vertebral pasa por Barovero, Domínguez, Augusto, Canteros... Y en ataque, siempre aparece algún aporte interesante como los del Rayo Ramírez o su homónimo David, al que un pase mágico le bastó para definir el pleito, así como otros encuentros los definieron Franco o Rescaldani. Todo es cambio, ensamble, análisis del rival. La marca registrada no aparece en los derroches ofensivos sino en el trabajo de hormiga, la concentración y la estrategia.

Definitivamente, este efectivo y enigmático equipo nos invita a preguntarnos: ¿hasta dónde puede llegar? Es imposible cerrarse al debate y cada vez más difícil no esbozar un atisbo de ilusión, más allá de la multitud de factores del devenir del Apertura que no dependen en lo más mínimo del Fortín. Habrá que dejar entonces que esas incógnitas las despeje el más sabio de todos: el tiempo.

Por Marisa Pontieri