Lo mejor y lo peor, en 90 minutos: Vélez 3 - 2 Santa Fe

Ni el grito del final pudo cortar del todo el grado de angustia que todo Vélez vivió frente a Santa Fe en Liniers. Pasar de un estado de optimismo total al despojo en que nos convirtió ese fatídico segundo tiempo fue algo que nadie esperaba y para lo que pocos estábamos preparados. Cómo verse afuera de la Copa después de haberse floreado y cómo perder todo lo construido con méritos por culpa de 45 minutos de zozobra fueron las dudas que nos estrujaron el corazón. El final fue feliz, sí, pero los vaivenes del camino nos dejaron exaltados, lejos de poder dejar de pensar en ese desarrollo tan inusual que desnudó lo mejor y lo peor del equipo en el semestre en tan solo 90 minutos.

Nótese sin embargo que los protagonistas que brillaron en la primera mitad no fueron los mismos que titubearon en la segunda. Ese funcionamiento excelente que dejó al rival pasmado y sin respuestas fue posible en gran medida gracias a David Ramírez, el ritmo implacable que está recobrando el Burrito y el destape total de Franco en una noche inspirada para la definición. En la otra cara de la moneda, sin embargo, pesó que los colombianos se decidieran a atacar, y quedaron en evidencia las flaquezas de un Augusto desconocido tanto en ataque como en defensa, un Canteros que viene perdiendo la brújula seguido, un Cabral errático, un Domínguez demasiado distraído y hasta un desmedido Barovero, quienes en la etapa anterior no habían sobresalido aunque tampoco desentonado.

De todas formas, es más injusto ahondar en críticas para con ellos, que en general muestran un buen nivel, que bañar de elogios a los impulsores del baile del segmento inaugural. No hay que olvidar, una vez más, que el Vélez de este semestre no es el mismo que su predecesor. Por ejemplo hoy, el segundo cambio del equipo determinó el ingreso de Leandro Velázquez quien, sin desmerecerlo en lo más mínimo, no tiene el rodaje que tenían los suplentes del plantel anterior. No hay que olvidar en dónde estamos parados: sabernos más endebles que antes no es una debilidad, sino un autoconocimiento necesario para arribar al éxito.

Al ver la categoría con la que el Burrito pateó ese penal de vida o muerte, muchos habrán agradecido que el Pelado Silva esté lejos. La actitud ganadora apareció a tiempo, la suerte se puso de este lado y nos dio una chance más para seguir peleando el gran objetivo de la transición que atraviesa el grupo. Ojalá que el equipo la sepa aprovechar y ponga sus fuerzas en ser como ese que supo llenarnos de orgullo en el primer tiempo.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).