Cierre decoroso, vagas perspectivas: Racing 1 - 2 Vélez

Pecaremos de exitistas, pero el triunfo frente a Racing apenas sirvió para descomprimir la desilusión que envolvió a Vélez en este cierre de semestre. Los hinchas, acostumbrados ya a cosas grandes, difícilmente podamos conformarnos con unos cuartos de final de Copa y un tercer puesto en el campeonato local, cuando se esperaba más y los resultados posteriores evidenciaron cuán accesible era el Clausura. Quizás todo se trató de una mala dosificación de fuerzas (otra vez con el resultado puesto, emerge la pregunta de qué hubiera pasado de jugar todo a un solo frente), pero en este punto más que lamentar lo sucedido debemos preocuparnos por el futuro, donde probablemente no contemos con un plantel vasto como para candidatearnos tan claramente a la gloria.

La sensación de que la Libertadores fue la gran chance perdida resulta difícil de disipar. El los planos nacionales, titubeos en momentos clave y la ineficacia de local alejaron los merecimientos además de que, cuando las lesiones apremiaron, fueron los frentes que se descuidaron con equipos mechados de suplentes. El problema de las medias tintas son las dudas que generan: nunca sabremos si los mulettos no dieron frutos por funcionar como un ensamble escaso de trabajo y roce o si realmente no había recursos como para formar un segundo equipo competitivo. ¿Valió la pena bancar tanto a Canteros o a los dos Ramírez o merecían más minutos jóvenes como Freire, Ferreira, o el extrañado Rescaldani? Ahora, los primeros quedaron como devaluadas monedas de cambio y los últimos siguen encasillados en promesas, salvo por el atacante que Quilmes sí supo explotar.

Lo de la Copa fue distinto. La suerte acompañó poco, y pese a que hubo chances de relucir el plus de mística necesario para pisar fuerte en el plano continental faltó ese pequeño envión hasta en los penales, que no se previeron como correspondía. De esa fallida experiencia emergió límpida la figura de Gino Peruzzi, también por fortuna y no por decisión del cuerpo técnico. Ahora, el acierto sería bancarlo y darle los partidos que necesita para maximizar su rendimiento. Aunque si el azar no vuelve a meter la cola, sabemos que será difícil.

Mientras tanto, las anunciadas idas del Burrito Martínez y Augusto Fernández son inminentes. Otra vez vamos a tener que escuchar acerca del déficit operativo y aprobar el cambio de joyas relucientes por un montón de millones de divisas. Pero lo que no deberíamos permitir es el escape de futbolistas valiosos, como Barovero y Ortiz, ni la llegada de jugadores de segunda línea, de esos que dividen parejo entre sus chances de cumplir o decepcionar. Basta de Rayos Ramírez, Obolos y demás, que si se viene la transición es preferible apostar a los juveniles antes que pagar por incógnitas. Igual, esperemos que esta vez la plata que entre redunde en refuerzos de peso. Si no, nos arriesgamos a perder a un técnico ganador por un semestre sombrío. Insisto: Gareca, sin el apuro ni la ansiedad del hincha común, sabe adaptarse y cambiar, y también conoce mental y sentimentalmente el funcionamiento del Fortín. Ojalá que desde arriba sepan darle recursos para hacer un trabajo que se vislumbra arduo: en un mes y monedas deberá soportar que le desarmen un grupo y, con menos individualidades, rearmar un equipo sólido.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).