lunes, 6 de mayo de 2013

La cabeza en otro lado

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Era lindo ganarle a Racing. Siempre es lindo. Y en los últimos años se había hecho una sana costumbre. Las imágenes vienen solas: no hay que esforzarse demasiado para recordar la remontada del campeón teñido de rubio en Clausura 2011, los goles agónicos de Mago Ramírez -a fines de ese año en el templo- y de Augusto -en el Cilindro en 2012-, el baile del Inicial o el mejor gol de todos los tiempos en ese festival de fútbol que terminó entre lágrimas y aplausos.

Así, los cinco últimos enfrentamientos entre Vélez y Racing habían sido triunfos (triunfazos) para el Fortín, con un acercamiento considerable en el historial general (el match de anoche largó con una diferencia de seis en favor de la Academia). Podían ser cinco ¿Nace otro hijo en Avellaneda? Era lindo ganarle a Racing.

Por Vélez, también, el triunfo era importante. En lo anímico –para confirmar la resurrección en Rosario- y en lo posicional, porque aunque el objetivo sea otro y esté más que asumido, resulta incómodo ver a Vélez entre los últimos ¡Qué mal acostumbrados nos tuvieron Gareca y los jugadores por cuatro años! En campañas anteriores las eliminaciones coperas nos encontraron expectantes, pero hoy, como dijo el Tigre, “se está haciendo cuesta arriba”, aunque la cabeza esté en otro lado.

Fue Vélez quien tomó la iniciativa e intentó controlar pelota y tiempos en los primeros minutos. Copete arrancó bien un duelo con un Pillud que fue mucho, pero que volvió poco y mal. Por el otro lado, Corvalán también invitaba al desborde y el mano a mano con Allione fue tácticamente interesante. El negocio podía estar ahí, por los costados, y no era una novedad: la dirigencia de Racing traerá dos laterales para la próxima temporada.

Los rapiditos de arriba tienen potencial: De Paul, Fariña y Vietto mostraron rapidez en los primeros movimientos, que terminaron en cierres oportunos de Sabia. Y quiero detenerme en este punto para hacerle un pequeño reconocimiento: superó todas las dudas que podía despertar su libertad de acción en Argentinos. Está comprobado: Sabia rinde.

En ataque había espacios: entre Zucullini, Bolatti y Pelettieri (más preocupados por bloquear los primeros pases de Cerro y Razzotti) y los cuatro defensores locales, se abrió una brecha que Insúa –con un pase punzante-, Pratto –con alguna guapeada en velocidad- o Copete –encarando a Pillud- podían aprovechar. Pero costó.

Vélez insinuó mucho más de lo que concretó: Allione no dio una por perdida –como el anticipo en el saque corto de Saja- pero se nubló cuando había que profundizar, el Pocho casi mete un gol olímpico y Copete escaló bien y terminó mal. Mientras tanto, Racing apostó a contraatacar. Vietto y Fariña salieron y recibieron, pero giraron lejos del arco y se diluyeron ante el Fortín que construyeron Poroto, Sabia, Seba y Papa.

El partido parecía convenir al planteo de Gareca, pero era flojo. Ninguno de los dos equipos pisó fuerte el área durante el primer tiempo y las imprecisiones no tardaron en aparecer: Domínguez, nervioso, les dio varios pases a los volantes de Racing (“Por favor, Sebastián”, gritó el Tigre) y Cubero, firme en la marca, regaló tres pelotas seguidas que obligaron a volver. Vélez volvió bien.

Vuelve bien Vélez y habitualmente atrás no sufre (hizo que los rapiditos de Racing intercambiaran lugares en cancha sin éxito). Además, suele ser protagonista y los mediocampistas de turno rinden (se fue al entretiempo con un 56% de posesión). La explicación -más allá de la mala suerte- de la posición en la tabla, se encuentra en la falta de gol: el Fortín hizo ocho en once fechas. Volvé, Chucky.

Aunque el producto también fue chato, en el complemento cambió el orden de los factores. Racing fue más vertical y tuvo, tras varios rebotes, la primera clara en los pies de Vietto. Sosa salió rápido y tapó. Sabia, tras otro cierre al límite, se hizo más figura y Zuculini, afortunadamente, se mandó una de Funes Mori después de un exceso de confianza de Razzotti.

Copete fue desapareciendo y el Tigre mandó a la cancha a Rescaldani (goleador de Vélez en el Final, con cuatro). Pratto se tiró atrás, donde más le gusta y donde más rinde. Así, Vélez mejoró. También entró Desábato, por un Cerro entre algodones y cuando el partido se picó, en la mitad del segundo tiempo, Sills entró por Allione.

Desde los cambios se evidenciaba un Racing más pretensioso (entraron Centurión por Bolatti, Cámpora por Fariña, Dolheiser por Zuculini y pasó a jugar 4-2-4), pero Vélez no renunció a atacar por el medio (ya sin volantes externos). El partido, entonces, se abrió sobre el final: el mediocampo fue zona liberada, Papa tuvo vía libre y sumó, y el ida y vuelta hizo pensar que alguno de los dos podía llevarse el resultado. La última, -esa que siempre llega en el Vélez del Tigre y que Racing les da a sus rivales-, fue de Pratto y por arriba del travesaño. El resultado: un empate más y un torneo que nos tiene extrañamente viendo a (casi) todos desde abajo.

La eterna espera para la revancha por octavos trajo buenas nuevas: con Tigre, el miércoles, puede haber minutos para Romero y Ferreyra, y el domingo hubo gol de Tobio en Reserva. Los partidos del torneo local seguirán siendo detalles mientras siga en pie el gran anhelo, ese que nos tiene a todos con la cabeza en otro lado.

Por Juan Manuel Lombardero (@LombarderoJM en Twitter).

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