Generalmente, cuando a muchos de nosotros nos preguntan por Lucas Pratto, una de las primeras cosas que le decimos es: “No sabés los huevos que tiene”. Que mal estamos. Porque comenzar a definir al “Oso” sólo por la voluntad que muestra dentro del terreno de juego es cometer un acto de injusticia enorme.
Dueño de una anatomía poco habitual en un deportista de alto rendimiento, de un rostro avejentado y hasta de movimientos poco ortodoxos, lo que más destaca a Lucas Pratto en este Vélez es el fútbol que le aporta. Porque eso es él principalmente, un enorme jugador de fútbol. Uno de esos que no se achican cuando las papas queman y, por el contrario, rinden más. Si es una final, dámelo siempre y si no es una final, dámelo también. Porque todos sabemos que cuando él agarre la pelota, encorve su espalda y saque el cuello hacia afuera cual cóndor para romper el viento, ahí, va a pasar algo. Y algo bueno, claro.
No conforme con ser un tipo dúctil con el balón en los pies, una de las mejores virtudes de Pratto es su imprevisibilidad. Capaz de sacar remates fortísimos con un recorrido nulo en la pierna, o de poner pases que nadie cree posibles viendo el partido, inclusive a veces ni siquiera sus compañeros.
Hasta hace poco se hablaba que el Barcelona jugaba con un falso nueve. Eso es él. No porque se pare en esa posición, no señor. Si hasta lo hemos visto jugar de enganche en algunos partidos en este torneo. Me sustento en su cuerpo. Mide 1,89 metros y tiene toda la pinta de centrodelantero. Hasta hemos escuchado a muchos periodistas decir que Pratto es el mejor nueve del país. Están equivocados. Pratto no sólo no es 9, sino que es el mejor JUGADOR del país. Y el que crea lo contrario que venga y se la peleo de a uno.
Volviendo al tema del falso nueve, firmemente yo creo que es él. Porque engaña a propios (ya no) y a extraños con su cuerpo. Porque si no lo conocés, viendo su figura te vas a llevar una linda sorpresa cuándo lo veas jugar. A veces las cosas no son lo que parecen, y este es el caso. Es que no puede darle todas a favor. Porque si a Pratto le pusieras la espectacularidad de Zárate ya estaría jugando en el Real Madrid.
Pero obviamente no podemos desconocer su actitud. Porque lo que deja Lucas en la cancha es más que la vida. Es un todo. Este sí que no se guarda absolutamente nada. “Oso”, “Gordo” y “Tanque” (entre otros) son los tantos apodos que se le han otorgado a este monstruo del fútbol. Yo prefiero decirle el “Optimista de todo”. Porque así es. Porque él siempre cree que las cosas van a salir bien y, por lo general, tiene su premio. Y este premio ya ha trascendido el verde césped, ya se ha expandido a los aplausos de la gente que ocupa las tribunas de su lugar en el mundo. El premio máximo de este optimista es ya tener no sólo 100 partidos con la camiseta más hermosa del mundo, sino ya tener un lugar en el corazón de sus hinchas, con todo lo que esto implica al no ser canterano.
Y a vos te digo, optimista. Si estás leyendo estas líneas, te tengo que agradecer. Te agradezco por haberla roto toda aquel partido con Católica en Liniers, te agradezco por haber elegido una y otra vez a nuestro club por encima de otros, te agradezco por dejar la vida como si fueras un hincha y, sobre todo, te agradezco por el fútbol que nos das. Ese fútbol que nos llena de orgullo a todos. Porque cuando te vemos entrar con la 12 en la espalda decimos “este tipo me representa” y eso no tiene comparación. Espero que el afecto que te damos sea tan importante para vos como lo que vos nos das a nosotros. Simplemente gracias por estos 100 partidos. Vélez no sólo es tu lugar en el mundo, también es tu casa. Y lo será siempre. Te admiro y te quiero. Desde siempre y para siempre. Nuevamente gracias, Optimista.
Por Tomás Amerio (@ameriotomas en twitter).
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