El resultado soñado

Todo salió bien contra la Liga de Quito. Se logró una ventaja que sólo podríamos haber imaginado en pleno ataque de optimismo, más allá de creer sin dudas que este Vélez podía ganarles a los ecuatorianos en Liniers. El desarrollo puso al Fortín arriba y por dos goles en el inicio, con un Augusto Fernández que hace olvidar con su faceta goleadora y su creciente nivel esos reproches que bien se había ganado en otras presentaciones, y ese pasaje clave del comienzo dilapidó por completo el espíritu del rival.

Después, vino el toque, el buen fútbol, la tranquilidad atrás, y todas las fórmulas conocidas mostrando su eficiencia: las subidas de Papa, hasta algunas corajeadas de Cubero, las variantes arriba, la entrega de Zapata (recemos por ese isquiotibial), la movilidad de Moralez y Martínez (muchas no le salieron, pero cuando apareció con claridad, fue clave), las ganas de Silva. Lo que no se esperaba es que el adversario ayudara tanto al derrumbarse tan fácilmente, para colmo con expulsados, que se convirtiera en el partenaire ideal para una noche copera que resultará difícil de olvidar y que hasta dejara la sensación de que se le perdonó la vida.

Pero a no confiarse que falta lo más complicado. Subir esos 2850 metros y no sufrir para cerrar la serie. Se va a ir con el resultado soñado en el bolsillo, más allá de los lamentos postreros por no alcanzar una ventaja mayor, pero los partidos hay que jugarlos. En el medio, el cruce con Estudiantes volverá a abrir la polémica sobre qué preservar y qué arriesgar. Mientras por lo bajo serpentea ese incómodo tema de fondo que aflora cada vez más. ¿Es momento de elegir?



Por Marisa Pontieri (TyC Sports).