La última cuota

Paso a paso, gol a gol, Vélez va creciendo en la Copa. Y hoy podemos decir al fin que pagó la última cuota de ese arranque de año dubitativo, que lo obligó a llegar a la sexta presentación del grupo con suspenso sobre su futuro. En Venezuela sólo servía ganar, y la misión fue cumplida con creces. Pero hubo un desarrollo que mostró mucho de lo que puede pasar en los partidos de Libertadores, tan llenos de vaivenes y sensibles a los errores. Porque antes del alivio y la goleada, Caracas complicó y mucho.

La presión en tres cuartos de cancha, entre la defensa y los volantes de Vélez, coqueteando con dejar a un atacante cara a cara con Barovero, fue una forma que tuvo el rival de forzar a encender las luces de alerta y a extremar la concentración, más allá de haber generado pocas chances netas en los últimos metros. Ese ritmo quebró el circuito del equipo, imposibilitó que la pelota llegara a sus puntos fuertes, se vio cómo Papa no podía salir como le pide Gareca (más allá de lo que pretendamos los hinchas) y Zapata tenía que bajar demasiado, aún hasta sentirse incómodo y caminar al filo de la cornisa. Otro que casi cae al vacío fue Cubero, demostrando cuánto se puede arriesgar cometiendo faltas al límite en este tipo de encuentros, y obligándonos a dedicarle un apartado de agradecimiento al árbitro. Por suerte, el gol le ganó de mano a la debacle, y el espíritu peleador de los venezolanos se desmoronó como un castillo de naipes. Igual, quedó la sensación de que si no lo derrumbaba un golpe anímico, el mismo desgaste lo haría posible con el correr del tiempo.

Después, vino lo conocido. Los golpes certeros, rápidos, la admiración de la categoría de Martínez, Moralez, Alvarez, el peso de Silva… Esta vez sin florearse ni desparramando ideas, el equipo pudo administrar la ventaja y, para no perder la costumbre, hasta llegó a sufrir la siempre reprochable expulsión innecesaria. El partido duro tuvo poco alcance y el resto se dio a pedir de Vélez. Sólo quedó lugar entonces para la alegría y ese apartado de precaución, siempre defensiva, de cara a lo que viene. Mientras tanto, a disfrutar de este presente que nos regala dos frentes para la ilusión.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).