... Que no ha pasado nada

Desde que nuestro gran Vélez decidió salirse completamente de libreto y apostar a dos torneos, supimos que este semestre se jugaría a matar o morir. Los riesgos serían mucho mayores que si se hubiera decidido la opción cómoda, ir con todo a un solo frente, a priori el más accesible. Ahora, ya estamos en el baile. Y nos va fabuloso: a falta de cinco partidos en cada certamen, el local nos ve punteros en soledad y la Copa 3-0 arriba en la ida de los cuartos de final. ¿Se podría estar mejor? Claro, siempre se puede estar mejor. Pero hay que reconocer que este presente se asemeja demasiado a la perfección.

Después de este prólogo, recién se puede uno lamentar por perder con Lanús. Los cinco cambios en el equipo no significaron la renuncia al certamen, sino una decisión sensata de parte de Gareca: sin el recambio, jugar cada tres días merma la mente y el cuerpo. Haber parado a los titulares hubiese significado, más temprano que tarde, perder calidad real en su juego. De todas formas, los suplentes de Vélez, que incluyen nombres como Ricardo Alvarez (que también pagó el cansancio), son de primer nivel. Pero enfrente estaba Lanús.

El Granate, un equipo en levantada que pretende meterse en la pelea, aprovechó sus jugadores de buen pie y la falta de Cubero y Papa, cuya sensibilidad quedó evidenciada en la noche del Sur. Fallaron las marcas hasta de los centrales, volvieron las viejas y latentes dudas en el juego aéreo, se contagió Barovero (que en otros pasajes también fue vital), y ni el esfuerzo de Canteros en el medio o las impecables intervenciones del Mago Ramírez lograron paliar el mal trago. Es que arriba hubo otra historia, pese a la entendible tibieza de Ricky o el agotamiento del Burrito Martínez. Siempre la perseverancia, la precisión y el asedio son capacidades del ataque del Fortín. Esta vez, y pese a que el desarrollo fue parejo, no fueron suficientes para quebrar a un Lanús que no se detuvo hasta que se vio arriba en el marcador. Y no alcanzaron porque faltó esa pizca de fortuna que nos favoreció en otros momentos. Puede pasar.

Ahora, habrá que seguir adelante. Con inteligencia, sin desesperarse, que no ha pasado nada. Que los demás se ilusionen, que mientras tanto Vélez sigue dependiendo de Vélez. ¿Por qué vamos a dudar?



Por Marisa Pontieri (TyC Sports).