Solidez y sentimiento

Vélez ganó contra Gimnasia uno de esos partidos que, más allá de que no van a quedar fuertemente anclados en la memoria emotiva, cualquier candidato que se precie debe ganar. Porque lo precisaba para defender la punta. Y por las características del rival: necesitado, metido en su campo y tomando extremos recaudos para intentar cerrarle el paso al poderío del Fortín. Por eso, puede decirse que Vélez aprobó con creces un examen más en el camino del Clausura.
El equipo, formado de punta a punta por los protagonistas que Gareca considera titulares, volvió a dar una muestra de su aplomo y perseverancia. Supo avanzar una y otra vez, siempre sin perder la calma ni la precisión, con una autosuficiencia que sirve tanto para alcanzar los objetivos como para hacernos explotar de impaciencia cuando se hace una de más antes de haber encontrado la ventaja, o cuando ésta es todavía mínima. Son los vicios de la confianza, entendibles sólo en una dosis pequeña. Gran partido de Barovero, Papa -amo y señor de toda su banda-, la dupla central, Zapata, Moralez y Silva, que alterna sus intervenciones entre arrastre de marcas y perlas en soledad, como la que inclinó la balanza en un momento clave.
Costó definirlo, es cierto, pero tampoco se sufrió. Además de los densos nubarrones, siempre sobrevoló sobre Liniers la invalorable sensación de que el partido no se escapaba. La solidez del equipo lo hizo posible. Mientras tanto, la fiesta en las tribunas se desataba, y el sentimiento de orgullo y gratitud para con este grupo se hizo presente una vez más. Ahora, a pensar en Peñarol, una parada más de esta excitante escalada hacia los sueños.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).