La dulce espera

Después de 57 días, por fin, podremos volver a ver a Vélez entrando a una cancha de fútbol. 57 días de espera cruda, sin siquiera algún amistoso televisado que nos sacara las ganas de poder ver cómo se asentó el equipo en este verano. Por lo menos, quedaba el consuelo de saber que el Fortín acostumbra protagonizar cosas más importantes que los comerciales duelos estivales y que, en el retorno, daría su puntapié inicial precisamente en la Copa Libertadores.


En el medio, apareció para entretenernos la polémica en torno a la campaña de Topper de estampar besos virtuales en la camiseta (!). Más allá de lo estrafalario de la idea, sería importante dejar de lado el miedo a la cargada a la hora de pensarlo. En el fútbol argentino actual, cualquier chispa, inventada o real, puede desatar un incendio de chicanas, por lo que el que dirán debería importar realmente muy poco. Ahora bien, una vez que se resta este punto determinante para la oposición de muchos hinchas, la iniciativa continúa empapada en sinsentido y falta de respeto para con nuestro emblema. Esta vez, los dirigentes se pasaron en aires marketineros y alternativos. Y por lo que fuere, la mayor parte de los velezanos está en contra. ¿Habrá tiempo de dar marcha atrás o el destino de nuestra remera ya estará destinado a cartel publicitario?

Entretenidos con estos temas y con ansiedad creciente, ya es el día. Y la espera se endulzó de golpe, con la noticia de que la llegada de Lucas Pratto era un hecho. La semana pasada, ni el mismo Tigre Gareca se animaba a reclamar públicamente por el arribo de otro refuerzo, tras la incorporación en tiempo y forma de Insúa y Obolo. Pero todos internamente sabíamos de la necesidad de sumar hombres de ataque. La Copa, ahora sí, tendrá su lista completa.

Por Marisa Pontieri (TyC Sports).