En pocos momentos de este Vélez de Gareca fue más cierta la vieja máxima de que cada crisis encierra una oportunidad. Y, aunque no festejar un triunfo desde hace cuatro fechas no alcance el rango de crisis sino de turbulencia en el presente del equipo, lo cierto es que esta semana será clave desde lo anímico para las aspiraciones que restan en el semestre.
No cualquiera tiene en el horizonte la chance de clasificar a los octavos de final de una Libertadores recibiendo a Deportivo Italia de Venezuela. Y no se trata de demostrar para qué está el equipo ni de sacar una goleada abismal, sino de ver un partido como un potencial punto de partida. ¿Qué mejor momento para recuperar el brillo perdido, para volver a lucir el mejor nivel en todas las líneas? Encima, si se dan los resultados, se puede ganar el grupo. En esas condiciones, hasta una tenue mejoría con una dosis de suerte le devolvería el alma al grupo.
Haber guardado a los titulares frente a Banfield fue una decisión acertada. Les dio rodaje a los juveniles que, aunque lejos de descollar, le sacaron un empate a uno de los candidatos para seguir endureciendo la confianza. Y, más allá de sufrir retoques en su formación, demuestran que tienen altura para afrontar los compromisos venideros en el plano doméstico. La discusión acerca de los puntos para clasificar a las Copas aún tiene un margen de postergación.
Ahora, la atención máxima estará puesta en el equipo A, al que se le avecina una chance ineludible de demostrar que no se olvidó de jugar reservada sólo para los afortunados. Sólo resta concentrarse en serio en no dejarla pasar.
