Orgullo pueblo fortinero

Una vez más fuimos testigos de lo que Vélez provoca en sus hinchas. En una jornada atípica por muchísimos factores extra futbolísticos, como la prohibición de entrada a cualquier hincha no socio, un partido demorado por extraños manejos judiciales y hasta 36° de temperatura. Estos hechos no empañaron la ilusión de la gente que se movilizó en gran número hacía el Amalfitani a vivir una fiesta, que no terminó como todos deseábamos, es cierto, pero que se vivió en familia y en paz, que es lo que más importa. Vélez es un club, es familia, y lo de ayer fue solo un partido de fútbol, a no olvidar eso nunca.

 Fueron dos semanas difíciles para cualquier hincha, a muchos nos costó dormir, a muchos nos costó concentrarnos en otras cosas que no tuvieran que ver con el domingo a las 18.00hs. A esto no ayudó el pésimo manejo del tema que han hecho, a mí entender, tanto los medios de comunicación como los encargados de brindar la seguridad en la ciudad de Buenos Aires. Durante estas dos semanas se hablo poco y nada de lo futbolístico, y largas páginas se han escrito acerca del manejo dirigencial de Vélez, de los altísimos riesgos del partido, y de la “catástrofe” que podía darse en caso de que San Lorenzo diera la vuelta en nuestra cancha. Una vez más Vélez demuestra que es muy fácil hablar, y muy difícil tener la razón. Una vez más Vélez demuestra que es un club serio, más allá de sus directivos, o de su equipo, sino por los valores que tiene su gente.

Estoy orgulloso de poder decirle a mis amigos, a personas que no conocen a fondo lo que es Vélez, que puedo ir a la cancha en paz, que puedo llevar a mi hermano menor, a mi primo de 10 años, que pueden ir padres y madres con hijos, que puedo saludar a un ex presidente que se sienta entre la  gente como un hincha más - no sé cuantos clubes pueden decir lo mismo - y sobre todas las cosas, que podemos valorar que pese al resultado se dejó todo y simplemente no se pudo. Un solo equipo sale campeón, esta vez no se nos dio, tantas veces sí. Con la campaña de Vélez, una de las más pobres en términos futbolísticos en la era Gareca, es un privilegio y un honor el que debemos sentir por poder ser parte una vez más de una final del fútbol argentino. De poder vivir esto que genera el fútbol y que genera Vélez, al que hemos aprendido que nunca debemos dar por muerto.

Aún quedan cosas por pelear antes del comienzo del semestre que viene, antes de la copa, antes del torneo final. Queda por pelear la renovación de Gareca por un año más, porque no merece irse así del club, y si no merece irse con un subcampeonato, todos sabemos como si lo debe hacer. Porque ningún otro entrenador ha sentido tanto como nosotros la camiseta de Vélez, ni ha disfrutado tanto las victorias, ni ha sufrido tanto las derrotas. Y, esperemos, con él en el banco, ir todos juntos a San Luis a disputar otra final, esta vez contra Arsenal. Porque así es Vélez, porque siempre te da revancha, porque siempre te abre esa puerta a la ilusión, porque nunca te deja solo. Orgullo, pueblo fortinero.

Por Alan Rosenfeld.