Con fútbol y guapeza: Peñarol 0 - 1 Vélez

Un partido típico de Copa. Con todos los ingredientes, los buenos y los malos. Vélez se trajo tres puntazos de Uruguay y silenció el Centenario.

Hace varios años que cada cruce entre El Fortín y Peñarol tiene un sabor especial. Primero por peleas absurdas entre las hinchadas, pero tras la semifinal del 2011 estos partidos son “clásicos”. Al menos así se viven. Los Gladiadores de Gareca superaron todas las barreras que los uruguayos pusieron. Bombas de estruendo durante la noche, piedrazos y violencia. Agregado, un flojísimo arbitraje del brasileño Heber Lopes.

En lo estrictamente futbolístico, Peñarol se plantó en mitad de cancha dispuesto a pelear cada pelota. Fiel al estilo charrúa de juego: presión y salida rápida. Para colmo, antes de la media hora se aparece la lesión de Gago y cae en Lucas Romero la responsabilidad de entrar y jugar en ese marco. Romerito, empieza a obligar a dejar de lado el diminutivo. A pesar de sus 18 años muestra una personalidad única, no se achica ante tipos consagrados e hizo olvidar que su lugar lo estaba ocupando un titular de la Selección Nacional. El triángulo defensivo Sosa-Cubero-Dominguez se convirtió en un impenetrable. El uruguayo cortó todos los centros y manejó los tiempos en cada saque de arco, Seba demostró una vez más el nivel superlativo que tiene y, Poroto volvió a ser un caudillo en una posición que cada vez le sienta mejor. Así soportó Vélez los primeros 45 minutos, en los que solo sufrió con centros o tiros libres regalados por el árbitro, de tres cuartos de cancha en adelante.

La segunda parte fue más favorable para Vélez. Insúa se encontró con la pelota y asociado a Romero y Papa manejaron el juego del Fortín. Por derecha, Peruzzi se afianzó como lateral y Bella intentó siempre (aún exagerando en el egoísmo por momentos). El zurdo fue un ida y vuelta constante y no se achicó ante la figura de Darío Rodriguez. Como tampoco se achicó Pancho Cerro, cuando el veterano defensor dejó marcado sus botines en el muslo del velezano. Obviamente, el localismo del paupérrimo árbitro, hizo que se ignorara por completo la patada. Lo mejor del Fortín está en la delantera. Diezmada, por la ausencia de Chucky Ferreyra, se agrandó, todavía más, la figura de Pratto. Lucas ya había demostrado su garra en el primer tiempo, bajando a marcar y peleando arriba. Tuvo el premio del gol sobre la hora. Una jugada que hizo recordar al tanto que convirtió ante All Boys, pero por la izquierda en una de las pocas oportunidades que Copete pudo desbordar.

Con personalidad, con fútbol. Sin dejarse avasallar por los cohetes, las patadas ni las piedras. A lo guapo y jugando bien. A lo Vélez. Así se trajeron los tres puntos.

Por Alejandro Germino (@alegermino en twitter).