sábado, 6 de abril de 2013

Hay que bancar: Vélez 1 - 1 San Lorenzo

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“Acá ganás tres partidos seguidos y en las últimas cinco, quién te dice, podés pelear”, declaró Baldomar antes de empezar el partido. Sí, es verdad, y Vélez está, sin dudas, a la altura –y potencialmente por encima- de los equipos más armaditos del fútbol argentino: Lanús y Newell´s, por caso, aunque las posiciones digan lo contrario.

Ganarle a San Lorenzo siempre tiene un sabor especial y para ellos, ganarnos, también ¿Clásico?, ¿Para qué entrar en ese terreno si todo el mundo futbolero sabe lo que implica cada Vélez-San Lorenzo? En la semana, la gente pidió a los titulares y Gareca cumplió: puso lo mejor que tenía a disposición. Podrán discutirse cuestiones puntuales, pero al Tigre hay que bancarlo. Siempre.

Con Insúa entre algodones y varios pilares en recuperación, la lógica se impuso. Del once que salió a jugar se deduce que mientras Tobio no esté, la defensa principal será con Peruzzi, Cubero, Domínguez y Papa (pese al buen nivel de Sabia); que Razzotti les ganó el lugar a Desábato y a Freire en la larga lista de volantes centrales; y que Rescaldani -con diferentes características- sigue por encima de Brian Ferreira a la hora de buscar variantes en ataque.

Había que ganar. La ilusión del bicampeonato estaba latente; los de arriba tenían que jugar y el Cuervo llegaba afectado por las novelas de Aguiar y Migliore, la falta de resultados y la preocupación por el promedio. La incógnita pasaba por la generación de juego, que por descarte cayó en Razzotti: Franco la asumió y no le fue mal -prácticamente no erró un pase y hasta se animó a profundizar-, pero San Lorenzo copó el mediocampo y, a las espaldas de Bella y Copete, mostró que podía generar peligro.

Al Fortín le costó descifrar quién jugaba de qué en el ataque: Copete -aunque pueda desequilibrar por los costados- es una suma de buenas intenciones y ratifica que le falta oficio y que es el jugador más fácil para los árbitros; Pratto -lo evidenciaría con el correr de los minutos-, rinde más cuando arranca de atrás; y Rescaldani es Rescaldani, pero es del club. Hay que bancar.

El primer tiempo fue aburrido adentro y afuera. Adentro, porque San Lorenzo con poco fue un poco más y porque Vélez sólo tuvo una clara con un zurdazo de Pratto, que abrió el pie y la puso cerquita del segundo palo. Afuera, porque la tribuna del visitante estuvo vacía y le quitó condimentos a un duelo que prometía desde lo emotivo.

A los 35´, mirar al -presunto- Cuervo que los barras sacaron de la popular parecía más entretenido que el partido mismo. Por momentos pareció que Vélez extrañaba a esos apellidos que juntos suenan fuerte: Tobio, Romero, Cabral, Gago, Allione, Insúa y Ferreyra; pero Pratto empezó a crecer. Bella y Copete intercambiaron posiciones y aunque tuvieron movilidad, continuaron dejando espacios a sus espaldas. Afortunadamente, Pratto siguió creciendo.

Entretiempo ¿Insúa por Rescaldani? No. Gareca nunca cambia en los entretiempos y normalmente no se equivoca. “Dale, Vélez, que podés ganar”, dijo una voz lejana en la popular al inicio del segundo tiempo. Y sí, da la sensación de que Vélez siempre puede ganar. Donde sea, cuando sea y contra quien sea. Pratto se tiró atrás, se puso el equipo al hombro e hizo recordar su versión Inicial 2012. Contagió, jugó e hizo jugar: metió un pase de primera, buscó la devolución, cruzó el derechazo y en el rebote, Rescaldani la empujó. Lo gritó como nunca, mirando a la Sur. Convivir con el murmullo no es fácil. El gol y el triunfo parcial hicieron que, minutos después, se fuera aplaudido por un Pocho Insúa que entraba para liquidarlo. La gente, con cánticos, volvió a hablar del campeonato.

En el medio existió un penal que no existió. Piatti se tiró, Maglio cobró, Stracqualursi la agarró y Sosa, a pesar de no ser un gigante, achicó el arco como nunca. Por un momento fuimos todos arqueros. Al alambrado. Arriba, bien arriba. Con una ovalada hubieran sido tres puntos. El desahogo fue propio de un segundo gol que parecía anticipar el final, y aunque la fiesta ya estaba desatada, seguíamos uno a cero. Igual que antes. Había que bancar.

La mínima siempre es peligrosa. Los pibes de Pizzi le dieron señales de vida a un San Lorenzo al borde del knock-out. Vélez lo tuvo y no pudo, y mientras la voz del estadio anunciaba que había que esperar diez minutos “hasta que la visita” -dirigentes y periodistas- “desaloje el estadio”, Sosa se comió un gol increíble. ¿Mal calculo?, ¿sol de frente?, ¿Barovero hubiera usado gorra?, ¿fue igual al que nos hizo Estudiantes? Sí, sí, sí y sí. Pero hay que bancar.

Y la maquinita de Gareca lo fue a buscar. No desde los cambios (Sabia entró por Bella y adelantó a Cubero y a Peruzzi), sino desde la actitud. Sana costumbre. Le faltó oficio a Gino para terminar las últimas dos, solo por derecha y cuando ya no había mediocampo. Le faltó oficio ¡cuánto!, a Correa -de San Lorenzo-, que desperdició un mano a mano cuando se jugaba el último minuto e hizo que -extrañamente y por cómo se habían dado las cosas- termináramos agradeciendo que no se repitiera la historia del Apertura 2011.

El empate, entonces, estuvo bien. En números, parece complicado sacar 33 de 33 para llegar al puntaje que logró el campeón del torneo pasado. En declaraciones, Gareca volvió a hablar del cabulero “partido a partido”, pero dijo que “se está haciendo cuesta arriba”. Parece difícil. La gente pidió la Libertadores y sabe que todo no se puede. Que hay que bancar.

Por Juan Manuel Lombardero (@LombarderoJM en Twitter).

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