Oh le lé, oh la lá

“La verdad jamás daña a una causa que es justa”, decía Gandhi. Y qué quilombo que nos armó. Mientras tanto, así estamos. A un paso de alejarnos del sueño. Revolviendo cajones para encontrar la lapicera con la que vamos a firmar el divorcio. Cambiándonos de carrera antes de terminarla. Borrando del celular a la primera novia. Dejando los libros que queremos leer para el verano. Porque siempre va a haber algo mejor. El futuro nos va a dar algo mejor. Al menos eso es lo que siempre prometió. Una cosa rara el futuro, ¿no? Con la mentira del progreso, el futuro nos promete siempre algo mejor. Avanzar. Sin ningún sentido ni objetivo, pero avanzar. Y avanzar siempre es bueno. Siempre es mejor. Porque adelante está la perfección. Y lo lindo del fútbol es que se parece a la vida. ¿Seguimos adelante, sacrificando el presente, buscando una perfección que no sabemos si va a llegar? ¿O mantenemos el rumbo? ¿Cambiamos, o así estamos bien? El futuro por el futuro mismo, no tiene sentido. El fin de ciclo solo porque “hay que cambiar algo”, es estúpido. Está el riesgo de mejorar o empeorar. Pero cambiar solamente por hacer un culto al futuro, es un error.

Ricardo Gareca es lo mejor que le pasó a Vélez Sarsfield. Lo mejor, pasando y recorriendo todos los nombres de nuestra historia. Y si rechazamos cualquier grado de masoquismo, echarlo es lo peor que le podemos hacer al club que amamos.

El actual presidente decía en alguna entrevista que el club creció y, por lo tanto, la barrabrava creció a la par del club. Pero no fue solo la barra la que creció. El club creció y los peligros generales que corre el club, crecieron a la par. Muy pocos estuvieron a la altura de ese cambio. Bianchi en los ’90 nos catapultó. Bianchi, Chilavert y ese plantel de ídolos pusieron a Vélez en una categoría completamente distinta a la que estuvo durante toda su historia.

En esa transición, de club chico a club grande, de club de barrio a campeón del mundo, hubo vaivenes. En ese caos, apareció Ricardo Gareca.

Así, mientras tenemos a una dirigencia que promueve pibes de las inferiores solo para que les cierren los números, Gareca se emociona con la carta de Pablito. Y lo va a visitar. La diferencia es tan abismal, que la realidad es que hoy Vélez no se merece a Gareca. “Yo peleo por mi vida, vos peleá por Vélez”. Gareca representa todo lo bueno que hoy no representa Vélez.

Vélez, en su totalidad, hinchas y dirigentes, se cree una mentira inventada por el propio Vélez. Nos creemos que somos el mejor club del mundo. Después del Vélez del 2011, nos creímos que éramos el Barcelona de Guardiola. Nos inventamos un paladar negro. Nos creemos que los pibes que formamos nosotros son los mejores del país y por eso no hay que traer a nadie. Nos creemos lo que dicen de nosotros los periodistas comprados por nuestra propia dirigencia. Nos creemos que somos mucho más grande de lo que realmente somos. Nos creemos que “esto es Vélez”. Nos creemos que nuestro plantel tiene que estar (y cobrar) a la altura de Europa. Y nos olvidamos de cuánto nos costó llegar hasta acá.

Esta nueva derrota internacional tiene que ser un cambio. Pero un cambio para mejor. Nos tenemos que quedar con los que realmente merecen quedarse. Los que la remaron de abajo. Los que trabajan. Los que aman al club y lo ponen por encima de ellos mismos. Los que renunciarían por el bien de Vélez.

El domingo voy a ir al Amalfitani y espero, ruego, escuchar “el Tigre es de Vélez, de Vélez no se va”. Seguro voy a lagrimear un poco si no cantamos ese hit... las mejores canciones son las que nunca pasan de moda.