Baila con el diablo

Qué noche. Estoy extasiado. Y probablemente siga así por unos cuantos días. Como se disfruta una victoria así, ante un rival que ya tenemos de nieto, en su cancha, y recién llegadito de la B. Y qué difícil analizar un partido que a partir de los 15 minutos del segundo tiempo ya no tiene análisis posible. ¿Qué se va a decir del segundo tiempo? Si hubo un solo equipo en cancha… En fin, vamos a desmenuzar un poco este triunfazo de Vélez que lo deja como único puntero con tres victorias en igual cantidad de encuentros.

El partido, al comienzo, no daba ni para apostar por el resultado final del mismo. Comenzó muy luchado en el medio campo, con la pelota muy dividida y sin un claro dominador del juego. Vélez intentaba hacerse con el control de la redonda, pero Independiente parecía mejor parado en el medio, en buena parte porque destinó un jugador más a esa zona, restándole a la defensa, que quedó con tres. La apuesta de Almirón era ganarle la mitad al Fortín. Por momentos le salió, en ciertos pasajes de la primera etapa, en la que Desábato no podía tocar la pelota. Contó el rojo con algunas llegadas aéreas, y provenientes del pie de su mejor jugador, Federico Mancuello.

Poco a poco Vélez se fue parando mejor y aprovechando los espacios por los costados que dejaba esa línea de tres que planteaba Independiente. Las chances de gol más claras fueron para nosotros, la primera con un zurdazo potente del flaco Nanni dentro del área que tapó muy bien el arquero Rodríguez, y luego con dos llegadas clarísimas de Leo Rolón, primero con un disparo cruzado de derecha que pasó cerca, y luego con un cabezazo mal ejecutado a poquísimos metros del arco rojo.

Todavía ni lo mencioné a él, y seguro se estarán preguntando por qué. Porque el rendimiento de Lucas ya es casi tácito, ya es redundante nombrarlo como la figura del encuentro, aunque cada partido que pasa se lo merece más. Un primer tiempo excepcional del gordo, jugando de todo, como a él le gusta, peleándola y generando contragolpes para Vélez. Ya llegaría su premio.

El segundo tiempo de movida tuvo pintada una V azulada en el pecho. Porque apenas a los dos minutos, y después de un jugadón de Correa por izquierda, Cubero, de partido brillante, ya que estamos, puso un centro como con la mano y Lucas se tomó dos segundos que parecieron eternos para bajar la bocha y colocarla lejos del alcance del arquero. Golazo. A partir de ahí, y jugando con la desesperación de Independiente, el partido estaba a merced nuestro. Cabral tuvo un segundo tiempo excelso, y demuestra a las claras el alce en su rendimiento deportivo, muy bajo el semestre pasado, y muy alto en estas tres primeras fechas. Todo el fútbol pasa por él y la entrega que se le ve es digna de mención.

Apenas consumado el gol, llegó el primer cambio. Cardozo salió con una molestia en su muslo derecho y Pérez Acuña ocupó su lugar, pasando Cubero a jugar de central. La entrada de Caraglio por el pistolero Nanni le dio ese empujón necesario al Fortín para conseguir esos otros tres goles. De espaldas le puso una pelota de fantasía a Pratto, que nuevamente definió como lo que es, el mejor jugador del fútbol argentino. 2-0 y el partido ya estaba liquidado. Todavía quedaba tiempo para la vuelta de Luquitas Romero, que alegró mucho seguramente a todo el pueblo fortinero, porque además de su vuelta, se lo vio con ganas y con buen fútbol, y con un gol que coronó el partido, luego claro de la locura de Rolón, que tiró un corner y se metió olímpico. Demencial.

Este equipo te invita. Te invita a pensar que se puede, ¿y por qué no? Está a la vista de todos el cambio rotundo de un semestre a otro. El “Turu” planeó otro equipo, otra forma de jugar, menos ambiciosa que la anterior, pero más inteligente y efectiva. Aprendió de sus errores y es altamente meritorio. Además, a los jugadores se los ve comprometidos con el proyecto. Y eso me deja tranquilo.

Van tres fechas, sí, pero se ganaron las tres. Falta muchísimo y esto es solo el comienzo, pero que comienzo…

Por Alan Rosenfeld
Twitter: @RosenfeldAlan